© Pint of Science, 2024. All rights reserved.
Este año la segunda edición de Pint of Science en Málaga tendrá como punto de encuentro el Bar Shakespeare. Este bar se hace eco de las actividades relacionadas con la cultura, tales como recitales de poemas o conciertos, pero en esta ocasión ha querido ser partícipe de este evento internacional relacionado con la ciencia.
Hablando de ciencia, si hacemos un viaje en el tiempo, no es tan difícil encontrar una relación entre las obras de William Shakespeare (1564-1616) y los descubrimientos científicos. El literato inglés, conocido también como El Bardo, vivió una época donde los avances científicos estaban a la orden del día.
Shakespeare se conoce por ser el mejor escritor y dramaturgo de la literatura universal, el grueso de su trabajo se realizó entre 1589 y 1613, pero sus obras no alcanzaron su apogeo hasta ya entrado el siglo XIX.
El panorama científico de la época era apasionante y singular. Fueron los primeros años en los que comenzaba la revolución científica en Europa, las primeras expediciones –aunque Inglaterra tenía un rol secundario en la exploración del Nuevo Mundo -. En definitiva, la era de los descubrimientos.
Con lo anteriormente citado, cuesta mucho creer que El Bardo no estuviera al tanto de todo lo que acontecía a la filosofía natural – ya que el concepto de ciencia como tal no existía en la época isabelina -. El literato británico acudía a los espacios intelectuales donde seguramente se hablaría de los hechos científicos que acaecían por aquel entonces.
Algunos estudios contemporáneos tratan de buscar una relación entre las metáforas y alegorías que hacía Shakespeare en sus obras con los sucesos científicos. Tal es así, que en los numerosos sonetos, dramas y tragedias del autor se puede observar esta influencia.
Un ejemplo de ello lo estudió la directora del Centro de Microscopía Avanzada de la Universidad de Leincester, Sarah Hainsworth, cuando en 2012 descubrió el cuerpo de Ricardo III. La científica relaciona la ciencia forense con la manera en la que Shakespeare retrató al rey, un hombre que padece escoliosis y psicopatía. Hainsworth aseguró, en una entrevista a un periódico, que esta investigación le permitió conocer desde el ADN hasta la dieta del monarca.
A partir de ahí muchos investigadores de la obra del inglés deduce que el literato era conocedor de los amplios saberes científicos y médicos de aquel entonces. De hecho, varios estudios muestran que este conocimiento se podría deber a la relación que tenía con su yerno John Hall que era médico.
Por otro lado, Vicent Montalt, profesor titular del Departamento de Traducción y Comunicación de la Universidad Jaume I de Castellón, y Antonio Damasio han dedicado buena parte de su labor científica a investigar las referencias médicas en las obras de Shakespeare.
De todos los personajes representativos que creó el dramaturgo, el más conocido con una enfermedad clínica severa es Hamlet. Está gran tragedia con toques poéticos deja entrever lo observador que era El Bardo para la creación de un personaje capaz de sumirse en la depresión.
En la obra se puede extraer varios desencadenantes por lo que Hamlet desarrolla esta enfermedad, y a medida que va pasando el tiempo las muestras de síntomas y comportamientos se vuelven más significante. Algunos expertos han señalado que lo que sufre este personaje es una depresión maniática, a la que le añaden también esquizofrenia.
No solo hay relaciones médicas en los trabajos de Shakespeare, sino también, una correlación con la astronomía.
Dan Falk, periodista científico, publicó un libro titulado La ciencia de Shakespeare, en el que muestra que el literato era conocedor de los descubrimientos del Renacimiento, y a su vez relaciona Cimbeline (1610) con el libro que publicó en ese momento Galileo, Sidereus Nuncius (1610).
El ejemplar de Galileo muestra las primeras observaciones astronómicas mediante el telescopio, y en el que se habla de las lunas de Júpiter descubierta hasta entonces. Y en Cimbeline, el protagonista de la historia tiene una visión en que se puede imaginar a cuatro fantasmas bailando alrededor. De ahí que eso sea una alegoría a Júpiter y sus cuatro lunas.
También cabe destacar, que casi todas las lunas del quinto planeta reciben nombres de los personajes de las obras de Shakespeare: Puck (Sueño de una noche de verano); Julieta (Romeo y Julieta); Ofelia (Hamlet); o Cordelia (Rey Lear), entre un largo etcétera.
Actualmente, los apasionados de las ciencias se siguen reuniendo en bares para dar coloquios sobre el ámbito científico, al igual que Shakespeare, os podéis sumergir en este interesante mundo a través de las charlas que organiza en su segunda edición Pint of Science en Málaga.
Texto: Samara Heredia - Comunicación PoS Málaga