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El continente antártico es de los paisajes vírgenes más bellos que se conservan.
Es el lugar más frío, seco y aunque algunos piensen en algunos lugares de la costa española, es el más ventoso de la Tierra.
Está cubierto el 99% por hielo. Un hielo, que lo hace ser la reserva de agua dulce más grande de nuestro planeta.
Situado bajo el paralelo -61º Sur, las temperaturas se mueven en torno a este número, a un negativo 60ºC.
Desde principios de los años 60 gracias a la aprobación del Tratado Antártico, la normativa por la que se rige este continente, permite que todo ello al completo esté prácticamente destinado a ser un laboratorio natural.
El citado Tratado abarca por ende la protección medioambiental del continente, el uso pacífico sin soberanía militar y hasta el turismo limitando el número de visitantes al año.
Este continente, permanentemente habitado por científicos, investigadores y divulgadores, contiene la información del pasado y presente de ese hielo y su estudio, podrá proyectarnos los posibles cambios futuros en esta capa antártica.
Una correcta interpretación de los datos estudiados, podrá hacernos ver los posibles efectos y cambios en el nivel del mar en su respuesta al cambio climático.
Las recientes investigaciones en la Antártida, nos llevan a una publicación a finales del 2017 de un mapa temático por parte de Geophysical Research Letters.
Este estudio revela la existencia de un flujo de calor en las rocas residentes bajo el hielo antártico. Un calor que afecta a la base del hielo.
Flujo de calor antártico - BAS
Este calor procede del interior de la tierra, que desde su formación intenta escapar afectando en mayor o menor medida a la base del hielo, produciendo un deslizamiento en diferentes zonas.
Para su elaboración se han utilizado datos del campo magnético que provienen de mediciones al menos desde los años 80.
La toma de datos se realizó de distintas formas; estudios en tierra, desde barcos, avión y desde el espacio mediante imágenes de satélite. Destacar la importancia de esta metodología que a parte que permite la adquisición de datos de zonas más remotas, también ayuda a evitar perforaciones y acciones más agresivas que pudieran deteriorar el hielo antártico.
La importancia en el conocimiento de estos datos, permite conocer afecciones a la dinámica y al movimiento de los casquetes polares, la evolución del clima pasado y la comprensión del presente.
Texto: A. Belén Peña (Edición Blog - Equipo Nacional)
(Texto original publicado en el blog www.ConGdeGEO.wordpress.com)
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