El Festival Pint Of Science divide los contenidos de las ponencias en 6 áreas temáticas diferenciadas. Cada una de ellas une temas relacionados que serán los que representen la temática en cada ciudad.

Durante el mes de marzo, en el blog, se presentarán: NUESTRA SOCIEDAD, MENTE MARAVILLOSA, PLANETA TIERRA, NUESTRO CUERPO, TECH ME OUT! y DE LOS ÁTOMOS A LAS GALAXIAS.

El texto a continuación forma parte de esta colección de 6 post y, de la mano de su autora conoceremos lo que nos muestra DE LOS ÁTOMOS A LAS GALAXIAS.

 

Texto: Patricia Libertad (Redes Sociales - Local Málaga)

Este es un viaje de lo más pequeño a lo más grande. Y aunque pueda parecerte extraño, se trata de una travesía circular. Podemos empezar en el núcleo de nuestra mente y navegar hacia las estrellas, o partir de ellas hasta llegar a nuestra consciencia. Es un viaje de autoexploración, de conocer el universo en el que habitamos para conocernos a nosotros mismos, utilizando como herramientas la física, la química y la astronomía.

De alguna forma los átomos se han organizado para componernos y permitirnos reconocer nuestra existencia. Podemos observar hacia abajo y maravillarnos con el mundo microscópico: las células que nos componen, las moléculas, los átomos. Podemos incluso descomponer el átomo en electrones, protones y neutrones, si vamos más allá obtendremos los quarks y si intentamos ir más lejos nos meteremos en arenas movedizas de las que sólo podrá sacarnos la física más teórica.  Si levantamos la vista, podemos embelesarnos con el mundo macroscópico, los planetas, las estrellas, las galaxias. Incluso podemos agrupar las galaxias en cúmulos y suspercúmulos.

Pero volvamos al mundo microscópico, estamos hechos de átomos. Son la unidad de medida básica en nuestra receta química.

Para hacer un humano de 70 kilos necesitamos unos 4180 yottas (un 1 seguido de 24 ceros) de átomos de hidrógeno, 1710 yottas de átomos de oxígeno, 680 yottas de átomos de carbono, 96.3 yottas de átomos de nitrógeno, 14.6 yottas de átomos de calcio, 8.75 yottas de átomos de fósforo, 2.21 yottas de átomos de cloro y 2.31 yottas de átomos de potasio1, aderezados alegremente con zettas (un 1 seguido de 21 ceros) de átomos de azufre, sodio y magnesio.

Con todo ello y aunque tuviésemos una Thermomix®  de 2 metros, la receta para cocinarnos sería bastante laboriosa, como bien podría explicarnos Darwin.

 

Sin embargo, lo que a nosotros nos importa ahora mismo es que estamos hechos de átomos y es con ellos con los que quiero viajar hasta el origen del tiempo. Pero ese momento se esconde cástamente de nosotros, una vez más llegamos a una frontera que la física trata de alcanzar con ayuda de los exploradores más intrépidos de la cosmología.

Así que prosigamos mejor nuestro viaje un segundo después de que el espacio y el tiempo surgieran, irremediablemente unidos.

En ese momento el universo se había enfriado lo suficiente como para que protones y neutrones, que hasta ese momento bailaban solos empezaran a combinarse. Es el tiempo de la nucleosíntesis que duró sólo tres minutos, puesto que la temperatura siguió cayendo hasta que las fusiones nucleares dejaron de ser posibles. En ese momento sólo había núcleos de hidrógeno y helio, y algún que otro elemento más pesado pero en poquitas cantidades.

Tendrían que pasar entonces 300.000 años para que estos núcleos consiguieran más compañeros de baile: los electrones.

Se formaron así los átomos y como efecto colateral, los fotones empezaron a viajar libremente, ¡se hizo la luz! Pero esa es otra historia, hoy hablamos de átomos.

Por la fuerza de la gravedad estos átomos empezaron a agregarse y a construir estructuras como las estrellas. En ellas las altas temperaturas y presiones hacen que las reacciones de fusión nuclear vuelvan a suceder, de manera que los elementos básicos que ya poblaban nuestro universo fuesen dando lugar a elementos más pesados pero también más estables. Y ahí, en las forjas estelares, es donde el resto de átomos que forman nuestro universo fueron fabricados, el oxígeno, el carbono, el nitrógeno, el calcio, el fósforo, el cloro, el potasio, el azufre, el sodio, el magnesio, todos los que necesitábamos para formar una persona…

Pero antes que la persona, hay que forjar el planeta en el que habita, rebosante de vida, de la que puede evolucionar hasta ser capaz de mirar a las estrellas y soñar con alcanzarlas. Con poder descifrar sus secretos. Pero el tiempo y el espacio siempre han jugado en su contra. ¿De qué están hechas esas luces de la noche? ¿Cómo puede averiguar su composición sin alzar la mano y bajar una de ellas? Muchos intentaron averiguarlo, pero solo una lo consiguió.

Cecilia Payne descubrió que el componente principal de las estrellas era el hidrógeno y el helio. ¿Pero cómo iba a ser eso? Nadie quería creer que los átomos más simples del universo eran el componente principal de las fascinantes estrellas. Cuántas veces despreciamos lo sencillo sin ser capaces de percibir su grandeza.

Pero Cecilia lo hizo: esos átomos tan humildes fueron los primeros en aparecer, formaron las estrellas y mediante fusiones nucleares dieron lugar a todo lo que conocemos bajo nuestros pies y sobre nuestras cabezas

 

Texto: Patricia Libertad (Redes Sociales - Local Málaga)

 

Os invitamos a seguir descubriendo con este enlace: 

Cálculo de los ingredientes para cocinar un humano

http://eltercerprecog.blogspot.com/2013/08/cuantos-atomos-hay-en-un-cuerpo-humano.html

 

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(Os recordamos que las nuevas fechas del festival están por confirmar)

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