Día 16 Clot Martell

El yacimiento de Dmanisi, en Georgia, datado por diferentes métodos en 1.8 millones de años, ha proporcionado la más antigua evidencia de presencia humana fuera de Africa. El extraordinario conjunto de Dmanisi incluye cinco cráneos y restos post-craneales de más de tres individuos, todos ellos pertenecientes a una misma población, lo que constituye un caso único en yacimientos del Pleistoceno inferior, incluida Africa, y que permite hacerse una idea de la variabilidad real de las primeras poblaciones del género Homo.

Hace 6 millones de años una combinación de movimientos tectónicos y bajada global del nivel del mar condujo al cierre de la cuenca Mediterránea, provocando que la mayor parte del Mediterráneo se secara abriendo corredores migratorios entre África y Europa. Esto provocó un intercambio faunístico entre ambos continentes, que continuo activo durante 600.000 años, hasta que se abrió el estrecho de Gibraltar conduciendo a la reinundación del Mediterráneo.

Cuando los primeros representantes del género Homo incorporaron la carne a su dieta habitual, iniciaron un proceso de transformación metabólica que supuso importantes modificaciones, tanto en su comportamiento, como en su desarrollo cultural y tecnológico. Sin embargo, este proceso conllevó cambios significativos en su relación con el medio y, por extensión, con todas las entidades biológicas de su entorno.

Si bien el mar, a día de hoy, puede parecer que aísla y separa culturas, hasta la aparición de los medios de locomoción aéreos y, especialmente en la antigüedad, fue todo lo contrario. El Mediterráneo se convirtió en un eje de comunicaciones importantísimo por el que fluyeron todo tipo de embarcaciones con fines diversos. Desde colonizadore hasta mercaderes dejaron su huella en las profundidades en forma de navíos hundidos, testimonios mudos de viajes y sueños truncados por los arbitrarios caprichos del azar.